El Maestro en el Mundo
Hay miles de grupos de luz distribuidos por todo este planeta. Su misión es canalizar y arraigar energía crística en este plano, esto es lo que se ha denominado la segunda venida de Cristo.
Por cada trabajador o guerrero de la luz en actividad conciente, hay cientos y miles de trabajadores o guerreros de la oscuridad tratando de impedir la tarea.
Matan, torturan, obnubilan, difaman, asustan. Inspiran depresión, angustia, sensación de soledad, miedo, confusión, celos, disensión en el seno de los grupos de luz y de los grupos entre sí.
Tratan de confundir a los que aún no están firmes sobreimprimiendo el rostro del mal en el bien y viceversa.
Las mentes despiertas los reconocen, el resto les cree.
Cuidado con permitirles su accionar: ignorarlos les da vía libre, hacer como si no existieran les da comodidad para dañar, pues sí existen.
El logro máximo es tomar un grupo de luz constituido y ponerlo al servicio de la oscuridad, para lograrlo tratan de anularlo destruyendo al canal principal. Otra forma de impedir el ingreso de energía elevada es disolver los grupos de luz.
Los trabajadores de la luz que están buscando el camino reconocen a los “guías” que pueden ayudarlos.
Los oscuros promueven la destrucción del ego pues es el ego quien protege y provee las herramientas para el camino hacia la Ascensión.
Al ego no se lo debe rebajar, al contrario, hay que quitarle el lastre (errores) para que pueda ascender.
La trampa en la que han sumergido al ego tiene dos caras: una es la de caer en la soberbia, la otra es negar la propia luz por temor a la soberbia. Sean luminosos y no se cuestionen su propia luz.
Los maestros de la luz respetan el libre albedrío hasta las últimas consecuencias, si un discípulo decide equivocarse como medio de aprendizaje, advierten sobre las consecuencias probables de la acción, pero respetan la decisión, incluso a costa de parecer débiles.
Los guerreros de la luz no permiten que se dañe a nadie. No son tibios: observan, disciernen, actúan y sueltan.
Para poder soltar el peligro hay que atreverse a tomarlo entre las manos primero, mirar para otro lado además de cobarde es peligroso.
Ser maestro iluminado en un monasterio o ashram, aislados del mundo y con maestros de sabiduría ayudando, es relativamente fácil.
Ser maestro iluminado en medio de los peligros y dolores del mundo y luchando por la supervivencia es heroico.
Maestro no es el que lo declama, maestro es el que lo vive.
Maestro es el que pone a la luz la maestría de los demás, el que les devuelve su poder, el que incentiva a seguir el camino verdadero, que siempre es hacia la propia esencia.
El maestro jamás se adjudica los logros espirituales de sus discípulos, sólo agradece haber sido facilitador.
Cuando uno toma conciencia de que todo lo hace por sí mismo, eso es entregarle el fruto de la acción a Dios. Se deja de generar karma.
Creer que se hace algo por el bien del otro es ignorancia y egoísmo.
Saber que se siente amor porque amar es amar a Dios en uno mismo, entonces surge el verdadero amor con desapego, porque se le devuelve el amor a Dios.
Es ver a Dios en uno mismo y en todos, por eso Dios tiene todos los rostros.
Cada ser humano es una partícula del holograma divino.
No van a encontrar nada fuera de ustedes mismos que ya no tengan adentro, como no pueden encontrar nada fuera de Dios.
“Recuerden que somos partículas de Dios, todos juntos hacemos Todo Lo Que Es”.
No hay una sola partícula de Dios que no le pertenezca. No hay nada que no sea Dios.
Pero no hay que confundir el sendero: en el plano en que la conciencia divina se manifiesta en forma de humano, la luz debe imperar, no se puede permitir que nada la nuble.
Cada uno en libre albedrío puede elegir no ser su propia luz, pero es ley espiritual suprema no entorpecer la luz ajena.
Cuando eso sucede, es el guerrero el que sale a defender la luz, con la luz como arma y como meta.
Uno puede elegir no cumplir con su misión, no habrá juicio, pero no hay paz hasta no haberla cumplido, el ser interior así lo reclama.
No desprecien lo que tienen dentro, no rebajen lo que tienen enfrente.
Somos nosotros, los que somos Uno con Dios.
Patricia Leone.
Por cada trabajador o guerrero de la luz en actividad conciente, hay cientos y miles de trabajadores o guerreros de la oscuridad tratando de impedir la tarea.
Matan, torturan, obnubilan, difaman, asustan. Inspiran depresión, angustia, sensación de soledad, miedo, confusión, celos, disensión en el seno de los grupos de luz y de los grupos entre sí.
Tratan de confundir a los que aún no están firmes sobreimprimiendo el rostro del mal en el bien y viceversa.
Las mentes despiertas los reconocen, el resto les cree.
Cuidado con permitirles su accionar: ignorarlos les da vía libre, hacer como si no existieran les da comodidad para dañar, pues sí existen.
El logro máximo es tomar un grupo de luz constituido y ponerlo al servicio de la oscuridad, para lograrlo tratan de anularlo destruyendo al canal principal. Otra forma de impedir el ingreso de energía elevada es disolver los grupos de luz.
Los trabajadores de la luz que están buscando el camino reconocen a los “guías” que pueden ayudarlos.
Los oscuros promueven la destrucción del ego pues es el ego quien protege y provee las herramientas para el camino hacia la Ascensión.
Al ego no se lo debe rebajar, al contrario, hay que quitarle el lastre (errores) para que pueda ascender.
La trampa en la que han sumergido al ego tiene dos caras: una es la de caer en la soberbia, la otra es negar la propia luz por temor a la soberbia. Sean luminosos y no se cuestionen su propia luz.
Los maestros de la luz respetan el libre albedrío hasta las últimas consecuencias, si un discípulo decide equivocarse como medio de aprendizaje, advierten sobre las consecuencias probables de la acción, pero respetan la decisión, incluso a costa de parecer débiles.
Los guerreros de la luz no permiten que se dañe a nadie. No son tibios: observan, disciernen, actúan y sueltan.
Para poder soltar el peligro hay que atreverse a tomarlo entre las manos primero, mirar para otro lado además de cobarde es peligroso.
Ser maestro iluminado en un monasterio o ashram, aislados del mundo y con maestros de sabiduría ayudando, es relativamente fácil.
Ser maestro iluminado en medio de los peligros y dolores del mundo y luchando por la supervivencia es heroico.
Maestro no es el que lo declama, maestro es el que lo vive.
Maestro es el que pone a la luz la maestría de los demás, el que les devuelve su poder, el que incentiva a seguir el camino verdadero, que siempre es hacia la propia esencia.
El maestro jamás se adjudica los logros espirituales de sus discípulos, sólo agradece haber sido facilitador.
Cuando uno toma conciencia de que todo lo hace por sí mismo, eso es entregarle el fruto de la acción a Dios. Se deja de generar karma.
Creer que se hace algo por el bien del otro es ignorancia y egoísmo.
Saber que se siente amor porque amar es amar a Dios en uno mismo, entonces surge el verdadero amor con desapego, porque se le devuelve el amor a Dios.
Es ver a Dios en uno mismo y en todos, por eso Dios tiene todos los rostros.
Cada ser humano es una partícula del holograma divino.
No van a encontrar nada fuera de ustedes mismos que ya no tengan adentro, como no pueden encontrar nada fuera de Dios.
“Recuerden que somos partículas de Dios, todos juntos hacemos Todo Lo Que Es”.
No hay una sola partícula de Dios que no le pertenezca. No hay nada que no sea Dios.
Pero no hay que confundir el sendero: en el plano en que la conciencia divina se manifiesta en forma de humano, la luz debe imperar, no se puede permitir que nada la nuble.
Cada uno en libre albedrío puede elegir no ser su propia luz, pero es ley espiritual suprema no entorpecer la luz ajena.
Cuando eso sucede, es el guerrero el que sale a defender la luz, con la luz como arma y como meta.
Uno puede elegir no cumplir con su misión, no habrá juicio, pero no hay paz hasta no haberla cumplido, el ser interior así lo reclama.
No desprecien lo que tienen dentro, no rebajen lo que tienen enfrente.
Somos nosotros, los que somos Uno con Dios.
Patricia Leone.
Extraordinario, como siempre. Gracias.
ResponderBorrarMuchas gracias fresia.
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